Comentario
La plasticidad del nuevo arte francés está cargada de recuerdos rococó. Refinamiento, tono galante y virtuosismo del que no se pueden desprender. Por ello su especial atención al objet-d' art. Si el mundo elegante francés aceptaba los modelos ingleses y compraba sus productos, no es menor la influencia de Victor Horta porque él ha sabido traducir la bidimensionalidad ornamental inglesa a lo tridimensional. El nuevo burgués francés llevaba muy dentro el recuerdo del rocaille por lo que estaba más inclinado a seguir las pautas del art nouveau belga. En los muebles y las joyas se evidencia esa carnosidad, la decoración en superficies planas pasa al objeto tridimensional pero no descansará sólo en su superficie sino que lo configurará. Muchas veces en un exceso de extravagante artificiosidad, se obliga a los materiales a adaptarse a formas como si tuvieran una maleabilidad de la que carecen, provocando así cierta disfuncionalidad en los objetos de uso cotidiano.
En Nancy (¡la ciudad del rococó!) se creó una escuela en la que el objeto de vidrio ha pasado a ser ejemplo del Art Nouveau francés y que tiene su principal representante en Emille Gallé (1846-1904). Su obra está teñida de la proclama que ostentaba en su taller: "Nuestras raíces están en el suelo del bosque, en el musgo que bordea el estanque". Apasionado por las formas vivas, la alusión a la naturaleza es de inclinación romántica, poética y simbólica. Su padre tenía un taller de vidrios y cerámica; esto y los viajes a Londres, el estudio de la botánica y la filosofía, el gusto por la poesía más la influencia del Japón -sin olvidar el poso del siglo XVIII francés- serán los datos que irán conformando su estilo. A menudo entregaba sus objetos a los clientes acompañados por textos poéticos cercanos al simbolismo de Mallarmé. "El término de símbolo -decía Gallé- se puede confundir fácilmente con el de arte. Consciente o inconscientemente, el símbolo califica, vivifica la obra, es su alma".
A Hector Guimard (1867-1942) como a Viollet-le-Duc -sólo he aplicado sus teorías -diría- sin sentirme fascinado por la Edad Media- le preocupaba lograr un estilo nativo conforme al uso, al clima y al progreso que se ha realizado en la ciencia y el conocimiento práctico. Junto a los chalets rurales, el estilo urbano y el racionalismo estructural de su sala de conciertos Humbert de Romans (1901; demolida en 1905), Guimard es conocido sobre todo por lo que se ha denominado coloquialmente Style Métro.
¿Por qué estas entradas en un medio público de transporte y no precisamente de clases altas? Embellecer la ciudad industrial sin intervenir en la trama urbana es un recurso psicológico. Las entradas del metro de París surgen en un entorno sobrio como un chispazo de fantasía desbordante, ornamentación de extraño contenido simbólico en la que se pierden las fronteras entre las categorías artísticas: armazones metálicos con formas orgánicas, cuerpos espaciales de sutiles membranas que soportan empujes en los que están muy presentes los trabajos de ingeniería. Sólo los nuevos materiales permiten esa fantasía orgánica. Es el hierro el que posibilita las estructuras aéreas de este architect d'art como gustaba denominarse. Su sintetismo y facilidad para expandir los espacios y hacerlos fluidos nos lo sitúa al lado de Horta y de Gaudí (escalera de la Casa Guimard, 1911) así como en esa forma de crear una naturaleza artificial (auditorio del edificio Humbert de Romans de París).
Auguste Perret (1874-1954) utiliza el moderno procedimiento del hormigón armado. Su rigor estructural y el gusto por un repertorio formal que hace derivar de la tradición clasicista, le alejan de las propuestas de Guimard (Casa de viviendas de la Rue Frankin de París, 1903). Es el intermediario entre la tradición de la Ecole des Beaux Arts y la modernidad.